29 Jan
29Jan

¡Hola de nuevo, padres aventureros! 

Aquí estamos de nuevo para seguir aportando claves sobre el desarrollo de la capacidad creativa de nuestros hijos. ¿Puede haber un tema más interesante? La verdad que a mí me ha resultado muy clarificador profundizar en este asunto y me ha aportado valiosas ideas para trabajar con mis hijos este campo. 

En el artículo anterior estuvimos construyendo los pilares que van a sustentar este artículo. En él, tratamos de definir que era la creatividad, identificándola como la habilidad de generar ideas nuevas y útiles, así como con la capacidad de ver las cosas de maneras diferentes y encontrar soluciones alternativas válidas a los problemas. También incidimos sobre la importancia del desarrollo de la creatividad en los niños, a través de la cual nuestros hijos refuerzan su personalidad, estimulan su aprendizaje, aumentan su motivación y desarrollan habilidades sociales y de resolución de problemas. Y, por último, hicimos una aproximación a los frenos de la creatividad, viendo la notable incidencia que tienen nuestros propios frenos sobre la creatividad de nuestros hijos (ahí os puse unos deberes, si habéis podido realizarlos os agradecería que me dejarais vuestra opinión o comentarios). 

Quedó pendiente tratar el tema de cómo ayudar a nuestros hijos a desarrollar su creatividad, digamos que la parte más jugosa de la temática. La idea inicial de aquel artículo era incluir esta parte, pero os confieso que no me terminaba de convencer el resultado de la investigación previa realizada sobre esta materia. La mayoría de las fuentes consultadas eran muy generalistas, y no aportaban ideas concretas, o eran demasiado específicas aportando ideas de fomento de la creatividad, pero siempre desde la perspectiva de la educación bajo el método Montessori. 

Entonces descubrí los trabajos de Julia Cameron, escritora, directora y guionista estadounidense conocida por su trabajo en el campo de la creatividad y la espiritualidad. Autora de los libros "El camino del artista", y su adaptación " El camino del artista para padres", y creadora del método de desarrollo de la creatividad "The Artist's Way", que ha inspirado a millones de personas a alcanzar su potencial creativo. Su trabajo me ha parecido fascinante y muy completo. Por ello, rehusé mi primera intención y decidí dedicar un artículo específico dedicado a dar claves prácticas para ayudar a nuestros hijos a fomentar la creatividad, basándome en su trabajo. 

Su libro "El camino del artista para padres" nos ofrece una guía valiosa para fomentar la creatividad en nuestros hijos. En este libro, Cameron nos recuerda que los niños son una fuente constante de ideas y soluciones innovadoras, pero a menudo necesitan nuestra ayuda para desarrollar y fomentar su creatividad. Como padres, podemos jugar un papel crucial en el desarrollo de la creatividad de nuestros hijos, ya que esta habilidad es esencial para el éxito en la vida. Siguiendo las enseñanzas de Cameron, discutiremos cómo fomentar la creatividad de nuestros hijos, desde cómo alimentar su imaginación hasta cómo proporcionarles experiencias y oportunidades para desarrollar sus habilidades creativas. Aprenderemos juntos cómo ayudar a nuestros hijos a convertirse en pensadores innovadores y con capacidad de resolución de problemas, siguiendo el camino del artista. 


No te olvides de que tu también has de cuidarte


Los niños durante su crecimiento tienden a demandar mucha atención de sus padres, y responder a esta demanda incide directamente sobre el tiempo del que disponemos para invertir en nuestras necesidades. Animados por el miedo a no ser un buen padre, priorizamos cualquier necesidad de nuestros hijos por encima de las nuestras. Llega algo nuevo a nuestra vida, lo más importante sin duda alguna, pero al mismo tiempo comenzamos a dejar a un lado parte de lo que nos hacía ser el tipo de persona que éramos. 

Entonces comienza a crearse un vacío, una ruptura con una parte significativa de nuestra vida. Nos alejamos de los amigos, dejamos atrás nuestros hobbies, cambiamos nuestros hábitos y comenzamos a abandonarnos por lo que creemos que es un bien mayor. 

Como ya comentamos en el anterior artículo, el primer paso para poder ayudar a nuestros hijos a desarrollar su creatividad es que nosotros tengamos una buena salud mental y emocional. Si nos encontramos resentidos con las consecuencias que ha tenido en nuestra vida comenzar la andadura de la paternidad, si echamos en falta algo en nuestras vidas actuales o si sentimos cierto vacío social, vagamente podremos ayudar a nuestros hijos en su exploración creativa. Necesitamos estar preparados. Al igual que nos esforzamos para llegar a nuestros hijos, debemos hacerlo por atender nuestras necesidades y deseos. 

El camino de regreso a nosotros mismos existe, es posible y no está reñido con el hecho de atender las necesidades de nuestros hijos. Según Cameron, una de las claves de este viaje de búsqueda y recuperación de nuestra esencia pasa por romper con el aislamiento al que nos hemos sometido, tanto a nivel social como propio. 

Es cierto que nuestra rutina e identidad han cambiado drásticamente desde que somos padres. Seguramente nos hayamos distanciado de algunas amistades que consideramos incompatibles con nuestra nueva identidad y abandonado ciertas actividades que eran imprescindibles para nosotros. Pero establecer un "círculo de seguridad" donde podamos ser nosotros mismos es esencial; es decir, un grupo de apoyo donde mostremos nuestras luces y nuestras sombras, donde seamos libres para expresarnos conforme realmente somos y necesitamos. 

Por otro lado, más allá de este círculo social de apoyo, también necesitamos encontrar nuestros momentos de soledad, aunque sea en los lugares y momentos más extraños. Debemos dedicar tiempo a pensar y reflexionar sobre nosotros y nuestra vida. En este sentido, a mí me ha ayudado bastante la dinámica del "journaling", o lo que es lo mismo, dedicar unos minutos cada día a reflexionar por escrito en un diario. 

En todo este ejercicio de ruptura con nuestro aislamiento, el descanso juega un papel muy relevante. Queridos padres, es imposible llegar a todo, siempre habrá tareas pendientes. Tenemos que acostumbrarnos a salir del camino del hacer lo que debemos para experimentar el hacer lo que queremos. Con esta actitud "egoísta" de cuidarnos, nos recargamos de energía y esto hace que seamos más productivos, estemos más descansados y, en definitiva, más disponibles para nuestros hijos. 

Cuando estamos dispuestos a darnos ese tiempo para nosotros, haciendo las cosas que nos hacen felices, nuestros hijos aprenden a hacer lo mismo. +


La curiosidad NO mató al gato


Los niños abren sus ojos al mundo experimentándolo desde la curiosidad y el asombro. Y nosotros, como padres, también debemos volver a sentir esa curiosidad por las cosas, debemos volver a ser aventureros. 

En la era digital en la que vive nuestra sociedad, tan activa y dinámica, no es fácil fomentar esta curiosidad. Parece que todo lo que hacemos debe tener un por qué y un para qué. No hay tiempo o lugar para simplemente hacer por hacer. 

Los padres tenemos la responsabilidad de proteger a nuestros hijos del sistema en el que vivimos y ayudarles a que sean curiosos, que experimenten y que no tengan miedo a los errores. 

El juego es una de las mejores herramientas para que, padres e hijos, dejemos volar nuestra imaginación, pero para ello debemos tomárnoslo en serio, es decir, contemplar el juego con el objetivo de divertirse, sin más. 

El juego abre las puertas de la creatividad, pero, a veces, cuando jugamos con nuestros hijos queremos seguir con el control de la situación y conducirles por "el camino correcto". Nos entrometemos demasiado. Hay que soltar el control y dejar que tomen sus propias decisiones. ¡Ojo que esto no quiere decir que les abandonemos a su suerte! Simplemente, tenemos que estar a su lado cuando nos necesiten, escucharlos, sugerirle soluciones y que sean ellos quienes tomen las decisiones. No hay error en el juego, las reglas están marcadas por la capacidad de crear. 

Permite a tu hijo que disponga de los recursos necesarios para jugar y que desarrolle su capacidad creativa. No hace falta gastar enormes sumas de dinero comprando los últimos juguetes del mercado. Tenemos que evitar las compras innecesarias. 

No me diréis que no tenéis juguetes que otros años estuvieron de moda, metidos en una caja y siendo un obstáculo en casa (para esto luego veremos algunas ideas). Una simple caja con folios, colores, ropa vieja para disfrazarse y plastilina puede hacer magia. Es bueno que tengamos en nuestras cabezas paternales que, a veces, menos, es más. Los juegos demasiados complicados pueden llegar a agotar a nuestros hijos. 

La diversión está en la búsqueda, en experimentar cosas nuevas. La mejor materia prima que podemos dar a nuestros hijos es la que les permite la máxima exploración y expansión de su personalidad única. 

Un juego muy útil para que nuestros hijos encuentren su identidad es el de simulación. Los juegos de simulación son muy potentes. Jugar a fingir situaciones les permite a nuestros hijos experimentar ser diferentes personas y ver cuál les parece mejor. Proporcionémosles un espacio seguro donde puedan ser lo que quieran. No importa que un día quiera ser futbolista, mecánico o bailarina. Simplemente dejadles fluir. No nos dejemos llevar por patrones o creencias heredadas que no nos dejan ver más allá del bosque. No pasa nada, absolutamente nada, porque nuestro hijo prefiera jugar con muñecas o que nuestra hija prefiera jugar con coches. Lancemos por la borda esas mentalidades excluyentes del blanco o negro. En la escala de grises es donde se puede apreciar la belleza.  


Aprecia a la Madre Naturaleza


Cuando nuestros hijos están conectados con su entorno, con ellos mismos y con los demás, pueden expresar más fácilmente su capacidad creativa. La naturaleza es una fuente de conexión inmensa. Exponer a nuestros hijos a la naturaleza, de la forma que sea, enciende su imaginación. No hace falta planificar complejas excursiones para permitirles a nuestros hijos conectar con la naturaleza. Un simple paseo por un parque con zonas verdes, una ruta de senderismo corta cerca del hogar, la simple visita a una floristería o incluso crear nuestro propio jardín en unas macetas que tengamos por casa. 

La naturaleza está ahí para que sea observada, para que nuestros hijos vean en ella el potencial infinito de creatividad pura que es. Recordad que nuestros hijos no necesitan tener cada minuto empleado en una actividad estructurada. La simple observación de una flor, el descubrimiento de un nido de pájaros en un árbol o la búsqueda de insectos en el parque permite que nuestros hijos hagan sus propias conexiones y que imaginen lo que sólo ellos pueden crear. 

El mundo animal es otra forma excelente de conectar con la naturaleza. Las mascotas también pueden ayudar a nuestros hijos a conectar ellas, además de enseñarles a ser más responsables. Conectan con otro ser vivo que pasa a ser parte de la familia, vulnerable y que requiere sus rutinas de cuidado. En función de la edad de nuestros hijos, podemos delegar en ellos la responsabilidad sobre ciertos cuidados de nuestro nuevo miembro de la familia. Es asombroso, la conexión que se produce entre la mascota y el niño. En mi casa, tengo un gato y a veces creo que se considera el tercer hermano. 

Otra opción de conectar con los animales puede ser una visita al zoo, una granja o a cualquier otro lugar donde nuestros hijos puedan interactuar con estos y crear una conexión. En definitiva, conectar con los animales y tener relaciones con ellos permite crear empatía y da un mayor sentido de compresión de nuestra naturaleza. 

¿Y si te digo que caminar es otra gran idea para activar la conexión? Cuando caminamos con nuestros hijos, nos conectamos con ellos. Paseando, al percibir los paisajes y los sonidos, estamos compartiendo la experiencia de crear una conexión con algo que está más allá del tú y yo.  

Por último, otra forma de ayudar a nuestros hijos a conectar es a través de la gratitud. Solemos ir por la vida a velocidad de vértigo sin pararnos a observar lo afortunado que somos por todo lo que tenemos. Siempre hay un motivo por el cuál estar agradecido. Es una cuestión de elección de actitud: optimismo o negativismo. 

En mi caso, una práctica que hago cada día es escribir en mi diario tres cosas por las que estoy agradecido. Esta herramienta sólo necesita de unos minutos y puede ser divertido que nuestros hijos también lo hagan. Sin complicaciones, simplemente pregúntales qué cosas le gustan en sus vidas. 


Crea una estructura donde pueda crecer


Aunque podamos pensar lo contrario, en el establecimiento de límites está la libertad creativa. Cuando ponemos límites es una forma de decirles que los queremos, que nos preocupamos por ellos y eso hace que se sientan más seguros para expresarse con espontaneidad. 

El esfuerzo creativo se desarrolla en un ambiente de seguridad. Una de las mejores formas de crear ese ambiento seguro es a través de la estructura. Y hablar de estructura no quiere decir establecer una agenda repleta de actividades programadas. Todo lo contrario. En el punto medio está la virtud. Debemos buscar el equilibrio entre que realicen actividades programadas y que dispongan de espacio y tiempo para que hagan lo que quieran, para que sean espontáneos y expresen su inspiración

Forma parte de las responsabilidades de los padres darles espacio para hacer lo que quieran. Si no les damos la libertad de tomar decisiones sobre su tiempo, primero se van a rebelar, pero luego van a acostumbrarse a buscar las respuestas en fuentes externas. Quitarles esa libertad y capacidad de decisión es de lo que más puede afectar a la capacidad creativa de nuestros hijos. 

Julia Cameron define esto como "estructura de disciplina flexible". Al dar a nuestros hijos la opción de tener acceso a una variedad de actividades, y dejarles tiempo para que desarrollen sus intereses, les damos el regalo de la seguridad y un ambiente en el cuál puedan desarrollar su creatividad y vocación. 

Otro aspecto importante a la hora de establecer una estructura es establecer límites en cuanto al espacio físico que nos rodea. Como decía mi madre "cada cosa en su sitio y un sitio para cada cosa”. Cuando hacemos espacio físico a través del orden, también se deja espacio para la creación e inspiración. A mí al menos me pasa que, después de limpiar y ordenar, me afloran nuevas ideas. Digamos que, en un entorno ordenado, nuestra mente tiene menos bloqueos o distractores para dejar volar la creatividad. 

Si queréis claves para hacer a vuestros hijos partícipes en esto, os recomiendo mi artículo sobre "Claves para que nuestros hijos ayuden en casa" (https://www.papakaizen.com/blog/claves-para-conseguir-que-tus-hijos-ayuden-en-casa), donde te doy ideas para ellos. 

Además del orden "cada cosa en su sitio" es importante "un sitio para cada cosa". Es bueno que nuestros hijos tengan un lugar donde puedan desarrollar su creatividad, imaginar, soñar y ser ellos mismos. Evidentemente, no tiene que ser una habitación propia, es suficiente con algún rincón de esta. En ese lugar, nuestros hijos se sentirán seguros, será su guarida, su oasis de creatividad. Y pensándolo de forma egoísta, esta práctica nos permite limitar el desorden a un solo lugar. No obstante, no tenemos que obsesionarnos por el desorden. El desorden es parte del juego y a nuestros hijos les encanta que dejemos crear un poco de caos en nuestro hogar (ahora mismo me viene a la cabeza la que montan mis hijos cuando se construyen castillos por todo el salón con cajas de cartón que tenemos de nuestra última mudanza).

Cuando estamos constantemente controlando a nuestros hijos durante el juego, les frenamos la felicidad o alegría que pudieran estar experimentando. Cuando, tanto padres como niños, damos paso al caos, conectamos con nuestra parte más juguetona y nos permitimos sentirnos más libres, sin filtros. 

En esa estructura de seguridad para el desarrollo de la creatividad es fundamental el respeto. A través de nuestro comportamiento enseñamos a nuestros hijos lo mismo. Cuando establezcamos límites hagámoslo con respeto hacia nuestros hijos. Viendo cómo les tratamos con cariño, respeto, amabilidad y humor aprenden a hacer los mismo. Si demostramos respeto por los demás, y por sus expresiones creativas, enseñamos a nuestros hijos a respetar el trabajo de los demás y, de algún modo, aprenden a respetarse a ellos mismos. 


¡Mira cómo se expresan!


Nuestros hijos se llenan de felicidad cuando pueden expresar su auténtica personalidad. Una vez que le hemos dado la estructura necesaria para desarrollar su creatividad, a través de unos límites bien concebidos basados en el respeto común y ajeno, están preparados para que se muestren libremente. 

Cuando nuestros hijos disponen de las herramientas y recursos necesarios para su nuevo proyecto, están listos para sacar su faceta más creativa. En este viaje, crean algo de la nada, son capaces llenar una hoja en blanco. Pero debemos estar muy atentos a esos límites que os mencionaba. Cuando no están bien pensados, pueden establecer fronteras que ralenticen la creatividad. 

Nuestros hijos sólo desean que las personas de su alrededor los quieran y estés satisfechos con lo que hacen. Cuando ponemos un pero, o condición, a una de sus creaciones es posible que lo interprete como un "este no es el camino", incidiendo negativamente en sus futuras decisiones creativas. 

Déjalos explorar y alaba sus esfuerzos. En esa exploración debemos facilitarle que lo intenten todo, que se abran a cualquier opción. Dejemos que bailen, pinten, escriban, exploren, jueguen, etc. Sólo tenemos que centrarnos en elogiar sus esfuerzos, no el resultado de lo que hagan. Lo importante está en el camino, no en el destino. 

¿Cuántas veces hemos criticado a nuestros hijos porque pensamos que no han hecho algo bien en lugar de fijarnos en el esfuerzo que han realizado? Algunos niños tardan más que otros en encontrar su preferencia artística, su forma de expresar su creatividad. Nosotros debemos estar a su lado para motivarles, no para presionarles. Cuando queremos apoyar a nuestros hijos en su desarrollo creativo, podemos caer en el error de cruzar el umbral que va del apoyo a la dirección, y comenzamos a condicionar sus decisiones. 

Una forma de que nuestros hijos vean que apreciamos sus esfuerzos creativos es documentarlos. Por ejemplo, en la puerta de mi habitación tengo un par de dibujos realizados por uno de mis hijos y los he dejado ahí para que los vean todos los días. Que note que aprecio lo que ha hecho. Es importante no sólo decirle que nos encanta lo que hacen sino demostrárselo. 


Todos llevamos un inventor dentro


La posibilidad de crear está abierta a cualquier momento o lugar. Nuestros hijos no necesitan complejos recursos para echar a volar su imaginación y hacer cosas nuevas. La vida es creativa en sí misma y por ello cualquier ocasión puede aprovecharse para ayudar a nuestros hijos explotar su capacidad inventiva. En los lugares más inesperados podemos encontrar diversión. 

Ya lo decía Mary Poppins: "en cada trabajo y cada ocasión, hay un momento para la diversión". Está en nuestras manos el transformar actividades cotidianas en un juego, en algo divertido, apetecible. Debemos enseñar a nuestros hijos que hasta los trabajos más monótonos pueden ser divertidos. 

¿Acaso no se puede hacer un juego de casi cualquier cosa? Pensad en lo más aburrido que puede haber. A mí se me ocurre, por ejemplo, los largos viajes de mi casa a la casa de los abuelos en vacaciones. Ocho largas horas metidos en un coche. Podemos jugar a adivinar canciones, el color de los coches que nos van a adelantar, a buscar algo en el horizonte, etc. Una idea muy divertida que quiero aplicar del libro es la de la bolsa de viaje. Consiste en preparar una bolsa sorpresa con tantas cosas como horas haya de viaje. Cada hora se mete la mano y se saca una. Durante esa hora, lo que hemos sacado es nuestro premio para el viaje. Una chuche, un pequeño juguete, un kit de dibujo, …, cualquier cosa vale. 

No obstante, también hay que dejar un hueco al aburrimiento. El aburrimiento es la antesala de las grandes ideas. Nos avisa de que el camino recorrido hasta ahora no nos vale y que tenemos que cambiar de dirección. Nos lleva a la acción. Nuestros hijos suelen estar rodeados de posibilidades para ejercer su creatividad, para que se diviertan. Sin embargo, no pocas veces vienen a nuestro lado para decirnos "papá, me aburro". Este mensaje es una señal de que algo les falta, de que tienen escasez de recursos internos para utilizar aquellos externos que les rodean. La mayor parte de las veces que nuestro hijo nos dice que está aburrido adolece a una falta de capacidad de decisión. Quizás, abrumado por la cantidad de recursos a su disposición, no sabe con cuál entretenerse. Un pequeño empujón nuestro puede ser de mucha ayuda. 

El momento de preparar la comida también es excepcional para que nuestros hijos sean creativos. Hacer a nuestro hijo partícipe del proceso de preparación de la comida les da responsabilidad, les permite sentirse parte del grupo, y eso les da confianza. Aquí es cierto que, y yo el primero, tendemos a no dejarles hacer de más porque no ensucien o tarden más de lo normal, pero recordad que no debemos dramatizar los errores. Si algo se cae, se recoge. Si algo se ensucia, se limpia. Siempre que el entorno sea seguro para nuestros hijos, debemos dejarles disfrutar y hacerlo con ellos. Dejemos fuera a ese padre excesivamente crítico. 


No les condiciones y enséñale a valorar el trabajo de los demás


La creatividad de nuestro hijo se desarrolla en dos direcciones: de fuera hacia dentro y de dentro hacia fuera. De fuera hacia dentro mediante la exposición a distintas expresiones artísticas, con nuestros comentarios acerca del arte y la expresión de la creatividad; y de dentro hacia fuera, basándose en las creencias que se han generado. 

Por ello debemos tener cuidado con lo que decimos. Cuando hablamos a nuestros hijos sobre creatividad (o incluso cuando no hablamos), nuestros hijos nos están observando. Nuestras opiniones calan en su interior y van generando su realidad al respecto. No nos limitemos con comentarios del tipo "es que se me da muy mal dibujar", "yo no soy creativo", etc. Permitámonos ser positivos en nuestra propia experiencia creativa. No nos infravaloremos. A través de la expresión positiva acerca de la creatividad, nuestros hijos aprenden a apreciarse y a valorar el trabajo de los demás

Tenemos que aprovechar aquellos momentos en los que tengamos oportunidad de exponer a nuestros hijos a estas expresiones creativas. En primer lugar, y por ser parte de nuestras vidas, la música. Preguntémosles que clase de música les gusta escuchar, animarlos a probar otros tipos y hacerles ver la relevancia de la misma. La asistencia a obras de teatro o al cine es otra gran idea. Siendo parte de la audiencia les enseñamos a nuestros hijos a estar en silencio, a observar con atención y a sacar sus propias conclusiones sobre lo que han visto. Interesaos por su opinión. Que expresen que les ha parecido. La lectura y los cuentacuentos también son otra gran oportunidad para que profundicen en lo que están consumiendo. Ya sea tanto un cuento conocido como una historia inventada por nosotros, nuestros hijos pueden aprovechar para sacar un aprendizaje. No hace falta que las historias sean perfectas (mis hijos dicen que se me da fatal contar historias). Con un poco de cariño e interés seguro que conseguís que vuestros hijos se queden enganchados más allá de por no dormirse. 


1,2,3 ... ¡A concentrarse se ha dicho!


Respecto a la concentración, la autora del libro identifica tres áreas de trabajo clave: el uso de la tecnología, los hábitos saludables y el descanso. 

Lo primero que tenemos que ser es consciente con el uso que hacemos nosotros mismos de la tecnología (de las pantallas) y que permitimos en nuestros hijos. El uso excesivo de pantallas llega a afectar notablemente sobre el tiempo que pasamos en familia. Sólo tenemos que ir a un restaurante y mirar hacia una mesa donde haya una familia con niños. ¿Qué nos apostamos que están con el móvil? El que esté libre de pecado que tire la primera piedra. 

Más allá del tiempo en familia, el problema es que tanto uso de las pantallas dificultad la capacidad de concentración ya que nos inhibe la capacidad de esperar lo deseado. Digamos que educamos a nuestros hijos en una cultura de gratificación instantánea donde cada vez es más complicado que ellos sepan esperar al momento adecuado. Pero vamos, que a los padres nos pasa lo mismo. Queremos algo y lo queremos para ya. Si no, ¿cuántos de vosotros no compráis algo porque no está en la modalidad prime de Amazon?. 

Aumentemos los tiempos en familia sin pantallas, silenciemos las notificaciones y establezcamos reglas. Pero, cuidado, los padres no nos libramos de ellas. Tenemos que cumplirlas todos los miembros de la familia. Recordad que el mejor aprendizaje viene del ejemplo. Cuando estamos distraídos con el teléfono, les estamos diciendo a nuestros hijos que esa pantalla tiene prioridad sobre ellos y les enseñamos a que ellos mismos se centren en las pantallas. 

Cita Julia Cameron que "podemos ser más creativos si incorporamos hábitos saludables en nuestras vidas y las de nuestros hijos. Los niños aprenden de lo que hacemos. Si queremos tener niños activos y saludable, nosotros debemos ser activos y saludables". 

El principal obstáculo para una vida saludable son los malos hábitos que nuestros hijos suelen heredar de nosotros. Las claves pasan por llevar una vida activa, a través del ejercicio físico, y optar por una alimentación saludable. Recordad, una comida saludable no tiene por qué ser aburrida. 

El sueño también afecta directamente a la capacidad creativa de nuestros hijos. Los niños con buenas pautas de sueños tienden a ser niños más sanos, con mejor humor y mejores estudiantes. Al descansar nos volvemos más pacientes, estamos más disponibles y en alerta. Este descanso permite que nuestros hijos se encuentren con más energía y que su cerebro les permita ser creativos con mayor facilidad. 


Conviértete en el guía de la exploración


La creatividad tiene el poder de contagiar al entorno. Si nosotros como padres intentamos comenzar nuevos proyectos, desarrollar nuevas ideas, nuestros hijos lo van a ver y van a querer hacer lo mismo. Con nuestras acciones, en cierta forma estamos dejando una semilla de lo que queremos que crezca en ellos. 

La perfección es uno de los males que destruyen la creatividad. Si como padres permitimos no exigirnos la perfección en lo que realizamos, nuestros hijos aprenderán lo mismo. Esto no quiere decir que hagamos las cosas de cualquier manera. La clave está en modelar el grado de imperfección aceptado

Imaginaros que, por vuestra profesión o pasión, sois expertos en algún área en la que vuestro hijo está experimentando. Nuestra naturaleza humana nos va a llevar a juzgar lo que hagan desde el prisma de nuestra experiencia, pudiendo en ocasiones ser demasiado crítico con lo que nuestros hijos han creado. En algunas ocasiones, lo harán mejor y en otras peor, pero siempre será un juicio basado en nuestra realidad. Quizás para otra persona, haya maestría donde no la vemos. 

De todos modos, el desarrollo creativo es un proceso y, como todo proceso en la vida, tiene sus momentos buenos y malos. Es importante que enseñemos a nuestros hijos esto. Incluso que lo vean en nuestros procesos creativos. 

Por ejemplo, en mi caso, con la creación de contenidos para el blog me enfrento continuamente a bloqueos sobre como continuarlo, sobre qué tema tratar en el siguiente artículo. Podría ser una buena práctica hablar con ellos sobre lo que me pasa. De esa forma, ellos mismos podrían detectar que, en el momento de enfrentarse a un reto nuevo, nos puede asaltar la duda, la mente en blanco, el no saber por dónde empezar. La imperfección es esencial en el desarrollo de la creatividad. Esta es la que permite el aprendizaje. Nuestros hijos deben conocer que el camino hacia la excelencia en alguna destreza presenta esos altibajos y que están bien así. Detrás de cada fallo o aprendizaje hay una lección que aprender. Lo importante que nuestros hijos sean conscientes de esto y que cojan esa imperfección como impulso para mejorar y no como vía de lamentación. 

Este aspecto es especialmente relevante en la época actual donde nuestros hijos están altamente influenciados por lo que ven en las redes sociales, donde siguen a personas que parecen tener una vida de ensueño, donde lo extraordinario parece muy fácil, donde no se muestra el esfuerzo de conseguir algo sino que se muestra sólo lo bueno de lo creado y se deja a un lado la falsedad de todo eso: las miles de fotos que no se suben porque no muestran una imagen de perfección, los retoques y filtros de los selfies realizados, el sufrimiento de cada influencer por buscar tener más likes, etc. 

En nuestra relación con los hijos, la honestidad debe ser uno de los pilares base. Me refiero a la honestidad a la hora de dar nuestra opinión o de expresar nuestros sentimientos. Una práctica muy común en nosotros es meter en la mochila piedras y hacer de mártir por nuestros hijos con la excusa de que lo hacemos para que no sufran. Cuantas veces, cuando hemos pasado por un mal momento (que se nota), nuestra pareja o hijos nos han preguntado "¿qué te pasa papá? y les hemos contestado con un "nada, estoy bien". 

Cuando mostramos nuestra vulnerabilidad, nuestros hijos aprenden lo mismo. Cuando expresamos de forma sincera nuestros sentimientos, nuestros hijos aprenden lo mismo. De esa forma, a medida que van creciendo, aprenden a mostrarse como son y a expresar libremente sus opiniones. 

Bajo mi punto de vista, otro factor limitante de la creatividad de nuestros hijos viene de la escuela. Ya lo mencioné en el anterior post. El sistema educativo tradicional limita mucho la creatividad de sus alumnos. Un sistema basado en la elección entre lo correcto o lo incorrecto, en la memorización de contenidos, en pruebas normalizadas donde sólo hay una solución posible, en donde a todos los niños se les da la misma clase de educación sin tener en cuenta sus potencialidades, etc., flaco favor hace al desarrollo de la creatividad infantil. 

Si, por norma general, las escuelas no favorecen la creatividad, entonces los padres tenemos la responsabilidad de ayudar a que la desarrollen. En esta labor tenemos que estar alerta para que no minen las iniciativas creativas de nuestros hijos.Todos sabemos que pasa cuando nos salimos del molde, cuando no pensamos como el resto. Sufrimos la influencia del rebaño que pretende hacernos entrar de nuevo en él. Si nuestros hijos, cuando tienen una iniciativa creativa se encuentran con que su entorno se la crítica o limita, lo que está aprendiendo es que no merece la pena ser creativo. 

Nuestra labor como padre debe intentar contrarrestar la influencia sobre la creatividad que pueda tener un sistema educativo equivocado. Hay dos elementos que tienen especial influencia sobre las iniciativas creativas de nuestros hijos: la vergüenza y la crítica. 

Debemos evitar avergonzar o ser excesivamente críticos con nuestros hijos. Y si vemos que lo hemos sido, debemos poner remedio cuanto antes. Os pongo un ejemplo que a mí me ha pasado en casa: Llegas un día de trabajar, estás agotado y te sientas unos minutos en el sofá para intentar desconectar. De repente, aparece tu hijo que grita "Alexa, pon música de Rosalía" y el dispositivo empieza a reproducirla. A la par que suena, tu hijo empieza a cantar por el salón. De repente, en un acto de desequilibrio lanzas lo siguiente: "¡Para de cantar, que me estás molestando!" Aquí el mensaje "Hijo, estoy cansado. Ha sido un día duro en el trabajo y necesito relajarme un poco para estar al 100% contigo. Me encanta oírte cantar pero necesito que me ayudes y que me dejes un rato sólo. Luego voy a verte y cantamos juntos", se ha convertido en: "Hijo, me molesta que cantes. ¡Para ya!". Este mensaje sólo le dice a mi hijo que es malo que cante porque me molesta, cuando realmente quiero decir otra cosa. 

No podemos permitir que nuestros miedos o propias vergüenzas limiten la creatividad de nuestros hijos. Con una crítica fuera de lugar podemos limitar su interés por crear cosas nuevas. La crítica inteligente, la que aporta la chispa para saber cómo mejorar, es la correcta. La crítica negativa sólo pretende avergonzar y la vergüenza es un mecanismo de bloqueo a la creatividad que crece con el tiempo. Cuando nuestros hijos se sienten avergonzados, debemos acudir a su rescate cuanto antes y darles todo nuestro apoyo


Cuanto más humilde seas, más alto crecerás


A la hora de enfocar las tareas creativas es recomendable ser humilde sobre los logros que se pretenden conseguir. En nuestra sociedad, de la que nuestros hijos forman parte, existen dos grandes motivaciones para todo emprendimiento: la fama y el dinero. Cuando planteamos nuestra creatividad con esos objetivos se corre un enorme peligro de que cualquier tropiezo nos hunda al no alcanzarse nuestras expectativas. 

Debemos enseñar a nuestros hijos que, obtener el reconocimiento de los demás por hacer algo, no puede convertirse en el objetivo de nuestras acciones. Ese reconocimiento es algo que está fuera de nuestro control, a veces llega y otras no. Hay que enseñarles que lo importante es el proceso creativo, no el resultado de este. 

Aquí tenemos mucho que decir los padres. Cuantos de nosotros no queremos que nuestro hijo sea el mejor del equipo de fútbol, el protagonista de la obra de teatro del colegio; en definitiva, el que destaca sobre los demás. Pensad si esta forma de actuar pudiera estar relacionada con nuestra necesidad de cubrir una carencia de nuestra infancia. 

Si nos enfocamos en aplaudir el esfuerzo que hacen nuestros hijos y no el resultado, les estamos animando a que continúen por ese camino. Les estamos dando impulso a su creatividad. Ya lo de decía Thomas Edison: " El genio es uno por ciento inspiración y noventa y nueve por ciento esfuerzo". 

Otra amenaza que dificultad practicar la humildad sobre los logros de nuestros hijos es la competencia. La temida comparación con los demás. Si ya de por sí es difícil que nuestros hijos no se comparen con otros, no alentemos esa comparación. Nuestro hijo es como es, y por ello tenemos que premiarle. Flaco favor le hacemos si comparamos sus acciones con las de otros de su entorno cercano. ¿Acaso nunca le habéis dicho a vuestro hijo que tiene que hacer algo como lo hace su amigo "Pepito”? No me lo creo. 

Si animamos esa conducta, nuestro hijo va a estar más centrado en como progresa el otro que en su propio progreso. Digamos que enfocarse en la competencia es un freno al desarrollo de la creatividad. Cuanto más nos enfocamos en los demás, menos progresamos nosotros. 

Como en nuestros hijos que ellos mismos se comparen con otros va a ser inevitables, tenemos que estar ahí para mostrarles que el camino es alabar los progresos de los demás tanto como los propios. De esta forma, la competencia se transforma en motivación. Al ver y reconocer los esfuerzos de los demás, aprenderán a hacer lo mismos con los suyos. 

En las familias con varios hermanos también existe el riesgo de entrar en el juego de la comparación o etiquetado. Somos los propios padres los que, en este tipo de familias, en ocasiones posicionamos a un hermano por encima de otro por destacar en algo. 

Debemos estar muy atentos a no comparar a nuestros hijos entre sí. Cada niño es diferente y es completamente normal que entre los hermanos haya similitudes y diferencias. No podemos pretender que expresen su creatividad de la misma forma. Puede ser que coincidan gustos o aficiones, pero puede que no. Tenemos que dejarles que se expresen libremente. Que encuentren aquello que les apasiona sin condicionarles. 

Los padres podemos enseñar a nuestros hijos que el apoyo mutuo entre hermanos es muy positivo. Cada uno puede expresar su creatividad como prefiera, pero cada hermano debe animar al otro en lo que haga. De esta forma les estamos enseñando a ser generosos con los demás, a aceptar las ideas y progresos del otro. 

A toda esta inundación de continua comparación y competencia, tenemos que añadir la presión a la que sometemos a nuestros hijos. Los padres de hoy en día parece que tenemos miedo a que no estemos siendo capaces de dar a nuestros hijos lo mejor: la mejor educación, la mejor alimentación, las mejores opciones, etc. Fruto de estos miedos sobrecargamos a nuestros hijos de extraescolares y otras actividades con el ánimo de estén lo mejor preparados para cuando decidan volar del nido del hogar. Aquí nos movemos en aguas pantanosas pues puede que estemos generando en ellos unas expectativas equivocadas dirigidas a la estrategia del "más y mejor". 

Con esta presión volvemos a salirnos del camino, andamos por la cuneta y sólo podemos tropezar, y nuestros hijos con nosotros. Debemos estar atentos al lenguaje que utilizamos con nuestros hijos para no generar estas expectativas limitantes, para no centrarnos en el logro sino en su avance. 

Vamos a dejar de preocuparnos por cómo de bien lo están haciendo y quedémonos con cómo les está yendo. 


Garantiza su independencia


En el desarrollo creativo de nuestros hijos, debemos ser capaces de crear un clima que conjugue la seguridad para expresar su creatividad y su autonomía. Digamos que hay que encontrar un equilibrio entre el apoyo que les damos y la independencia que tienen. 

Para alcanzar este balance, los padres tenemos tanto saber poner límites positivos, los que les motiva a expresar su creatividad, y negativos, los que se les limita su capacidad de expresarla por un bien mayor. 

Pongo un ejemplo para que se entienda esto último. Si a nuestro hijo le gusta cantar, cuando está en casa, le permitimos y animamos para que cante tanto como quiera (límite positivo); sin embargo, no podemos hacer lo mismo si estamos en el cine, o cualquier otro lugar, donde las normas sociales no indican que sea una buena práctica ponerte a cantar (límite negativo). 

En ambos casos, tenemos que ser muy cuidadosos para emplear el lenguaje adecuado, no cayendo en la práctica del etiquetado. Y ya no sólo debemos tener cuidado nosotros, sino que tenemos que protegerles de comentarios tóxicos de terceros. Cuando ponemos límites a nuestros hijos, y para ello utilizamos calificativos poco adaptativos (eres un pesado, que flojo eres, no eres capaz, ...), en su psique va quedando un germen de una posible creencia limitante futura. Una forma de verse a ellos mismos que está condicionada por la realidad de un tercero. Estas etiquetas son otro bloqueo a la creatividad. De cierto modo, nuestros hijos aprenden a que no es bueno crear. 

Otra de las enfermedades de la creatividad es el conformismo. Cuando nos conformamos, aceptamos la experiencia que hemos tenido como buena y no buscamos alternativas. En nuestros hijos, el conformismo llega cuando intentan hacer algo nuevo, experimentar y se encuentran con un obstáculo que les limita ese ánimo. Esto puede venir por una norma o límite de los padres, por las estrategias educativas recibidas o por influencia de su esfera social. Salir del conformismo supone poner a volar nuestra capacidad creativa. Y lo mismo ocurre con nuestros hijos. Si dejamos que sean un poco rebeldes, que intenten saltarse ciertas normas ligeras, estaremos dejándoles conocerse mejor, que busquen alternativas; en definitiva, a forjar su identidad verdadera. 

La gestión de nuestra disponibilidad hacia nuestros hijos también tiene una importante influencia sobre su creatividad. Vivimos en una sociedad donde parece que ser "buen padre" es pasar las veinticuatro horas del día con ellos. Esto nos hace sentir resentimiento hacia nosotros mismos ante la imposibilidad de conseguirlo y, a la vez, poder atender las obligaciones profesionales, familiares, sociales y personales. 

Nuestros hijos tienen que saber esperar. Tenemos que saber poner los límites para que ellos aprendan a ser sensibles a las necesidades de los demás. No podemos educarles en la cultura del "lo quiero ya". Cuando podamos atenderles, lo hacemos; cuando no podamos, se les explica. Puede que se quejen, lloren, enfaden, pero flaco favor les y nos hacemos cayendo en sus trampas emocionales. 

Cuando nuestros hijos comprenden que no estamos disponibles por algo concreto, empiezan a buscar la forma de cubrir por ellos mismos su necesidad. Les alentamos a ser creativos. 

Volviendo al concepto de "buen padre", esto no está relacionado con la cantidad de tiempo que pasas con tu hijo, sino con la calidad de este. Media hora jugando con ellos, cuenta mucho más que tres horas sentadas con ellos viendo una película en Netflix. 

Bueno compañeros de viaje, pues hasta aquí mi aportación para ayudaros a mejorar el desarrollo de la capacidad creativa de vuestros hijos. Espero que este artículo, aunque sea algo más extenso de lo normal, os haya aportado alguna idea de interés para poner en práctica con vuestros hijos.  

Recordad que lo importante es pasar a la acción. De nada vale saber las cosas si no las ponemos en práctica. 

Quedo pendiente de vuestros comentarios. 

Hasta la próxima.

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.